Lo primero que debemos definir son nuestros objetivos: qué queremos comunicar, cómo lo vamos a hacer y a quién queremos que llegue nuestro mensaje.

Los tiempos modernos (me siento viejo a los 45 años diciendo esto), traen consigo un gran desarrollo tecnológico. Todos somos conscientes de esto. A menudo, recibimos gran cantidad de información sobre cientos de avances aplicados a la salud, al bienestar, a las comunicaciones, a la educación, a la cultura, etc.

Generalmente, nos sobrepasan las nuevas noticias de cosas que ni siquiera imaginábamos posibles hace algunos años. Casi sin darnos cuenta, estos descubrimientos se impusieron en nuestra vida y forman parte de nuestra cotidianidad.

Leía en un informe de INDEC que, en el cuarto trimestre de 2020, se registró que el 63,8% de los hogares urbanos tiene acceso a computadora y el 90%, a Internet. Además, los datos muestran que, en la Argentina, 88 de cada 100 personas emplean teléfono celular y 85 de cada 100 utilizan Internet. Esto indica que somos millones de personas las que estamos conectadas, geolocalizadas, interactuando entre sí a través de redes sociales, diversas plataformas y aplicaciones interactivas.

Sin dudas, asombra cómo cualquiera de esos «celulares» es muchísimas veces más potente y funcional que la primera computadora que me compré a los 16 años. Y, si de tecnología se trata, podríamos contrariar a Gardel y afirmar que 20 años es muchísimo.

De modo que, es necesario hacer un análisis del uso de estas plataformas y computadoras portátiles, en pos de nuestro beneficio y con el fin de potenciar nuestra comunicación empresarial. Para esto es preciso considerar algunos detalles.

Lo primero que debemos definir son nuestros objetivos: qué queremos comunicar, de qué forma lo vamos a hacer y a quién tenemos que llegar con nuestro mensaje. Estas simples preguntas nos van a delimitar la selección de los elementos de nuestro circuito de comunicación, y así poder enfocar la energía y los recursos para mantenerlos y potenciarlos.

Cabe destacar que, no debemos usar toda la tecnología y estar en todos lados, sin antes hacer un análisis preciso que así lo determine.

En el caso cotidiano de nuestro trabajo, donde pymes, emprendedores, comercios y profesionales nos piden la asesoría para pensar e implementar estos canales de comunicación, tratamos de que la tecnología dé soporte a lo que tradicionalmente hacen todos los días, sin agregar actividades extras que sobrecarguen la estructura de la empresa o proyecto.

Una de las preguntas de nuestro formulario de alta del cliente es: Su actividad empresarial, ¿puede generar contenidos para su web (textos, fotos, videos)? La respuesta a esta consulta nos va a dar una pauta muy importante en la selección de tecnología y plataformas a instalarle, como por ejemplo, redes sociales. Debemos lograr que el cliente no se frustre en la experiencia tecnológica y que esta esté en función de sus objetivos y visión, de lo contrario nuestro plan fracasará.

No digo con esto que alcanzará para cerrar un perfecto circuito de comunicación, sino que lograremos que el cliente entre al mundo 2.0 haciendo lo que siempre hace, lo que da sentido a su empresa/proyecto utilizando la tecnología para dar soporte y potenciar su identidad, y así se podrá amigar con este nuevo mundo desconocido.

Para todos nosotros es muy difícil entender la tecnología en sí misma, en realidad tampoco la debemos entender así, sino en función de la utilidad, el modo en que aplicamos las herramientas y la función que cumplen, hacen la diferencia, ya que de esa manera le podemos dar constancia a nuestro plan de comunicación.

En este sentido, para muchas personas, es bastante complejo entender Twitter. Ahora bien, si armamos un circuito de comunicación donde nos interese contarle a nuestro público el estado del tiempo en nuestro establecimiento (por ejemplo, un restaurante de campo), podremos sacar una foto con el celular, ponerle un título y apretar un botón para generar contenido y publicarlo en las redes sociales y en la página web. De esta manera, con una simple acción, estamos logrando dinamizar nuestra comunicación, brindando contención e información a nuestros clientes.

Pero para esto debemos pensar cuál es la herramienta adecuada, en función de lo que queremos expresar y de cómo nuestros clientes podrían interactuar.

Aquí está exactamente el nudo de la cuestión: hay miles de plataformas, mucha tecnología a nuestra disposición, diversas formas de disponerlas para crear canales de comunicación con nuestros clientes. Podemos hacer de todo en cualquier momento y lugar. Podemos hacer mil cosas creativas y sorprendentes… pero, ¿hacemos algo? Y si lo hacemos, ¿cómo lo aplicamos?