Es importante ofrecer a los clientes, sitios web que ellos mismos puedan administrar y actualizar.

Hay varias razones técnicas que justifican el porqué un sitio web debe poder ser administrado por el cliente. Sin embargo, aquí nos vamos a concentrar, únicamente, en la herramienta en sí misma, o sea su función. Muchas veces me encuentro con nuevos clientes con la misma problemática: la actualización de página online.

Hace ya unos cuantos años que me dedico a brindar soluciones de sitios, aplicados a circuitos de comunicación para clientes que quieran establecer sus estrategias a través de Internet, actualmente del 2.0, pero he estado en el 1.0 y estaré en el 3.0.

Si planteamos un caso hipotético de una empresa, profesional, institución o emprendedor que necesita armar una website para tener presencia en la red, lo que deberíamos hacer, es saber cuál es el objetivo del sitio, qué contenidos se deben incluir, qué tipo y cantidad de información puede generar el cliente sin agregar funciones extras, qué experiencia tiene en la red y cómo se imagina su nueva web.

Una vez definidas estas variables, estamos dispuestos a hacer un esbozo estructural de los contenidos y aplicar a cada sector la función necesaria, para que comunique e interactúe con el público y así transformar el sitio web en una herramienta en función del propósito del cliente. Con la estructura definida, sólo resta aplicar un diseño específico para que esa plataforma quede alineada con la identidad del cliente. Luego, se procede a cargar todos los textos e imágenes. Por fin, el sitio está listo para salir al mundo, y el cliente ya tiene una web funcional y acorde a su estrategia.

Desde el principio, todo cliente tiene la posibilidad de medir qué va pasando con su sitio: qué opina el público, qué contenido es el preferido, cómo interactúa con la web y cómo funcionan las redes sociales. Es decir, puede medir cuando quiera, los resultados. Eso permite conocer los intereses y gustos del público, según las diferentes categorías establecidas en la página.

En este sentido, si bien el sitio tenía un objetivo establecido, gracias a las mediciones, se puede descubrir que hay contenidos que no deberían tener tanta prioridad y otros, que el cliente sí le interesaría destacar, para poder satisfacer los intereses de nuevos visitantes.

Para ejemplificar lo anteriormente dicho, una de las cuestiones que se puede observar es si los visitantes se interesan por las fotos de las galerías de imágenes. En caso de ser positivo, se decide agregar más imágenes actualizadas para que la gente pueda percibir las novedades del sitio. Además, se pueden analizar los comentarios sobre algún servicio en particular, por lo que entonces se adicionarán contenidos basados en las preguntas planteadas, para brindar una explicación más clara y desarrollada, con el fin de evitar confusiones y resolver dudas. Por último, si se quisiera agregar un video de YouTube que ilustre el concepto que se muestra en el sitio, por supuesto que se puede hacer.

En resumen, los resultados obtenidos hacen que el cliente se permita repensar y por consiguiente, mejorar su website. En este sentido, realiza cambios sobre algunos lineamientos previos y —después de unos meses de trabajo de comunicación y difusión—le imprime una fuerza nueva y una dinámica propia para esta nueva etapa. Entonces nos sienta en su máquina, entra al sitio y se pregunta: y ahora… ¿quién podrá ayudarme?

Esta problemática tiene dos finales posibles:

  1. Le pide al diseñador que le cotice los cambios, que le pase un presupuesto donde indique el tiempo que tardará en aplicarlos y que puedan verse online.
  2. Ingresa en el administrador de su sitio con su usuario y contraseña, y empieza a hacer los cambios a punta de clicks, moviendo notas, agregando fotos, tipeando los contenidos que quiera ampliar como si estuviera escribiendo en un archivo de texto. Con un click elimina los destacados que hay en la página de inicio y con dos clicks destaca los contenidos nuevos.

La segunda opción es la más aceptable para mi gusto, y es lo que siempre recomiendo. Y esto es porque el sitio web es un elemento central en el circuito de comunicación de toda organización, ya que permite medir qué pasa, descubrir a los clientes y por lo tanto saber qué se está haciendo bien y qué no. Por lo tanto, un sitio estático que no permite las modificaciones necesarias en el momento justo, no sirve.

Las ideas, los proyectos, los negocios, los profesionales y todo lo que somos es dinámico, se transforma, ya que nos vamos nutriendo de la experiencia y los errores. Un sitio que no pueda adaptarse a los objetivos y necesidades coyunturales del cliente, no es funcional, no es una herramienta útil, y si no sirve se deja de usar perdiendo todo su potencial comunicacional. En conclusión, una web debe ser una herramienta que acompañe al cliente en lo que quiera decir, cómo lo quiera decir y, por supuesto, cuándo él lo necesite.